Charles-Rafael PAYEUR
© Éditions de l'aigle
Aviso
El autor de este estudio no da
recomendaciones médicas, ni propone ninguna técnica a modo de
tratamiento. Al contrario, recomienda al lector que pudiera encontrarse frente
a un problema de salud que se dirija a un médico competente que es el
único habilitado a dar cualquier consejo en cuanto al diagnóstico
o la elección de la intervención terapéutica conveniente.
Charles-Rafael Payeur no propone más que un
acercamiento simbólico del cuerpo humano y una lectura psico-espiritual de las numerosas patologías que
pueden afectarlo, con el fin de llevar al lector al desarrollo de una higiene
de vida mejor o de permitirle una cooperación más eficaz, si se
da el caso, con su médico de cabecera. Si usted usa alguna
información contenida en esta obra, para lo cual está en todo su
derecho, esto no le obliga más que a usted y tanto el autor como el
editor declinan toda responsabilidad en cuanto a las posibles consecuencias de
sus actos.
Para entender mejor la importancia capital
del sistema cardiovascular, nos interesaremos principalmente, en cuanto a su
simbolismo general, por el órgano que lo compone: el corazón.
Varios elementos anatómicos nos permitirán de este modo, una
mejor definición de lo que precisamente encarna. Como lo hicimos en
nuestros estudios anteriores, nos detendremos, obviamente, en algunas
consideraciones generales, para emprender luego un análisis más
detallado de ciertos elementos macro y microscópicos que lo
caracterizan. Seguidamente, también tocaremos brevemente, el simbolismo
de los vasos sanguíneos muy estrechamente vinculados al corazón.
A. Corazón
Para comprender mejor el simbolismo del
corazón está claro que hay que considerar, primero la forma
general que adopta, el ser es siempre el revelador de la naturaleza profunda
del órgano y de las funciones que se le asocian. Sabemos perfectamente
que la forma no es nunca arbitraria y que nos proporciona siempre elementos
valiosos para captar mejor lo que encarna una estructura anatómica, sea
cual sea. Así hallaremos en este nivel elementos que pueden orientarnos
oportunamente y con vistas a una mejor comprensión del funcionamiento
cardíaco. Como lo hemos venido haciendo, estableceremos también
una analogía entre el órgano estudiado y un elemento capaz de
aclararnos las cosas. En el caso que no ocupa, desarrollaremos lo más naturalmente
posible el simbolismo del alma y veremos en qué se hace esto revelador.
Pero antes, examinaremos precisamente lo que la forma general del órgano
nos da a entender en cuanto a sí misma.
1. Forma del órgano
Al término de nuestros
análisis anteriores, sabemos efectivamente que la forma adoptada por un
órgano es siempre portadora de sentido en la medida en que, dicha forma
lo establece en una condición existencial dada; ahora bien, la del
corazón se parece a un cono, figura geométrico que es el
resultado de la asociación del círculo de base y de una recta
axial, como lo precisa el Dr. Francis Lefébure:
"Es verdad que dicho
cono no es perfectamente regular, lo que permitió a los anatomistas de
distinguir en él varias caras. Pero esas caras no son planas, son
abultadas y se articulan por los bordes redondeados, en realidad un simple aumento
de la curva. El
estudio de los detalles no tiene valor más que si nos permite fortalecer
nuestra percepción del conjunto; de no ser así, más vale
una mirada superficial pero realizada con sentido común. [...] Dejemos
pues al cirujano la labor de hallar las caras del corazón para
facilitarle la
intervención. Pero nosotros al buscar las leyes que
relacionan las formas de la naturaleza, admiremos cuán casi
perfectamente cónico es el corazón, particularmente durante la
sístole."
(Francis Lefébure,
Les Homologies,
Le Courrier du Livre, Paris, 1978)

Figura I. La forma general del corazón
Así pues la forma general del
órgano resulta de la unión de un círculo de base y de una
recta axial, lo que es ya en sí bastante interesante. Recordemos
efectivamente que los antiguos han asociado siempre la masculinidad al segmento
de la recta y la feminidad al círculo. A modo de ejemplo, uno puede
darse cuenta fácilmente de que el falo se
caracteriza por una forma esencialmente rectilínea, así como los
otros miembros del cuerpo asociados al principio de relación (principal
característica masculina) los brazos, las piernas, los dedos... En esto
se opone a la forma esférica del fondo de la cavidad vaginal que en su
repliegue, rodea la extremidad del útero, también circular. Esta
forma circular se halla por otra parte en las partes del cuerpo asociadas al
principio de recepción (principal característica femenina): los
ojos, las orejas, la cabeza...
En un plano microscópico, los gametos
masculinos conservan el mismo carácter rectilíneo. De este modo,
el espermatozoide tiende hacia un segmento de recta más que ninguna otra
célula del cuerpo, incluso las células nerviosas, adoptan una
apariencia arborescente por la presencia de dendritas. Si proseguimos nuestra
relación de simetría, con el principio femenino, el óvulo
se presenta en forma casi esférica. Podemos, incluso llegar a afirmar
que ninguna otra célula del organismo se acerca tanto a una esfera
perfecta como el óvulo.
De lo cual cabe concluir, que en cuanto a su
apariencia general en forma cónica, el corazón evoca un proceso
de unión entre el principio masculino: emisor, y el principio femenino:
receptor; el corazón evoca la capacidad a colocarse en actitud de
donativo (evocado por el principio masculino) y de recepción (encarnado
por él principio femenino), por tanto, muy pronto se le asoció a
una dinámica de vinculación, concretamente, a las realidades del
amor, una experiencia que puede resumirse efectivamente por un darse a
sí mismo y un recibir al otro. Tendremos la oportunidad de volver a esta
dimensión esencial del corazón, a lo largo de nuestro estudio.
2. Analogía con el alma
Por evocar un proceso de unión entre
los principios masculino y femenino, los hermeneutas
establecen en estrecho vínculo entre el corazón y el alma, al
estar compuesto el hombre de espíritu, de cuerpo y alma, según
los fundamentos de la antropología ternaria. ¿Y por qué
esta asociación? Esencialmente porque el principio masculino se ha
relacionado siempre con el espíritu que se caracteriza por una
naturaleza emisora y activa, mientras que el cuerpo se asocia, tradicionalmente
con la dimensión femenina en cuanto a su carácter
fundamentalmente pasivo y receptivo. El espíritu es en efecto, la
dimensión interior del ser, dirigida naturalmente hacia el exterior, en
dimensión complementaria. Por lo tanto, transmite la vida que recibe de
Dios hacia el cuerpo. En cuanto al principio femenino, se le asocia
tradicionalmente, al cuerpo que es una dimensión del ser ontológicamente receptiva. Al ser pura exterioridad,
está llamado efectivamente a volcarse hacia el interior, su
dimensión complementaria. Si el espíritu transmite la vida, el
cuerpo la recibe plenamente.
En cuanto al alma, esta es el resultado de
la unión dinámica entre el cuerpo y el espíritu, es
"el espíritu dominando el cuerpo", para tomar una
expresión cara al Padre Varillon (cabe precisar sin
embargo, que no creía al parecer existir cierta confusión entre
el alma y espíritu). Ahora bien, el cuerpo no se limita a la
dimensión física, como muchos lo imaginan, sino que reviste
también un aspecto energético, emocional y mental. De este modo,
la unión del espíritu y del "cuerpo energético"
asegura su vitalidad al organismo; la unión del espíritu y del
"cuerpo" emocional se encuentra al origen de los sentimientos, de las
emociones, de los afectos y de los deseos, mientras que la unión del
espíritu y del "cuerpo mental" es responsable de las
facultades cognitivas como el pensamiento, la inteligencia o el entendimiento...
El alma, en el sentido tradicional de la psiquis,
del ánima, se podría definir
por consiguiente, como el conjunto de las facultades energéticas,
afectivas y mentales del hombre, dimensiones psíquicas todas ellas y
ahí está lo admirable, que evoca también el corazón.
En efecto, el corazón está
íntimamente vinculado a la vida, por ser sin lugar a dudas el centro
vital por excelencia del organismo, puesto que asegura la circulación
sanguínea, principio de vida. Por otra parte, el paro cardíaco es
una de los primeros síntomas de la defunción.
Expresiones literarias tales como "clavar el
corazón" para significar "matar", o "mientras me
lata el corazón" para decir "mientras viva", son por eso
elocuentes. Digamos además, según las palabras de Plinio, que la muerte era consecutiva a la degeneración
del corazón:
"la ciencia le
había llevado efectivamente a admitir que cada año, el
corazón del hombre adquiere cada año un suplemento de peso de
aproximadamente dos dracmas – es decir, alrededor de ocho gramos – que
también pierde a partir de cierta edad a razón de dos dracmas por
año. Resulta de ello que "por falta de corazón" es por
lo que el hombre no sobrepasa los 100 años…"
(Jacques Bril,
Petite fantasmagorie du corps, essais Payot, París, 1994)
El alma rige así mismo las facultades
emocionales que llevan al hombre a experimentar sentimientos, emociones y
deseos. Por eso fue siempre considerada como el lugar de esas facultades por
las tradiciones antiguas. Un sencillo diccionario da testimonio de ello de
manera muy explícita:
1° El corazón es
metafóricamente, el lugar de los sentimientos y emociones. "agitar,
hacer latir el corazón" significa "emocionar", "el
corazón apretado" "un dolor, una pena que arranca, parte,
revienta, hincha, clava, aprieta el corazón". "Tener el
corazón henchido de pena". "Tener rabia en el
corazón". "Corazón que suspira no tiene lo que
aspira". "El frío y el temor hielan el corazón".
"Tener el corazón alegre"...
2° El corazón es el
lugar del deseo, del humor. "Aceptar, confesar de buen grado, con todo el
corazón, con el corazón en la mano, con el corazón
alegre". "De todo corazón": con todas las fuerzas.
"Si tiene el deseo, o las ganas de ello, el gusto. "Tener o tomar
algo de corazón": Tomar en algo un interés apasionado.
"No tener el corazón para nada"...
3° El corazón es el
lugar de los afectos, sentimientos, pasiones) "Los sentimientos que
experimenta o siente el corazón. "Escuchar al propio
corazón". "Tener el corazón tierno, sensible, fiel:
"Un corazón que rebosa de ternura". "Llevar a alguien en
el corazón". "Amigo de corazón"
(Petit Robert, Diccionario alfabético y
analógico de la lengua francesa, París 1976)
En fin, el corazón reacciona a las
facultades cognitivas, como el pensamiento o la inteligencia. Está
íntimamente vinculado al conocimiento y a la expresión popular
"quiero tener el corazón seguro", utilizada para expresar el
deseo de entender algo particular, es elocuente. Citemos también fórmulas
como: "aprender, conocer, saber, retener o recitar de memoria,
(francés par coeur) de corazón.
Está claro que el conocimiento del que se trata aquí difiere
fundamentalmente de un saber racional, dependiente exclusivamente de la
razón cerebral. Un famoso proverbio nos confirma claramente: "el
Corazón tiene razones que la razón desconoce". Más
preciso aún, esa razón se equipara con la inteligencia intuitiva
que para la antigua filosofía china, "brilla" en lo que se
llama: "la caverna del corazón". En otra región bien
distinta, en Ghana, Togo, Dahomey, los Ewés asentados allí preconizaban que el
corazón era el lugar de la inteligencia.
Tabla de
correspondencias entre alma y corazón
Especificidad del alma
|
Especificidad del Corazón
|
- El alma resulta de la unión
dinámica entre el cuerpo (principio receptor) y el espíritu
(principio emisor).
|
- El corazón se parece a un cono,
una figura que resulta de la unión de un círculo (principio
receptor) y de una recta (principio emisor).
|
- El alma está estrechamente
vinculada con el principio de vida ya que todo ser vivo está dotado de
un alma en el sentido tradicional de la palabra.
|
- El corazón es el centro vital del
ser humano que asegura la circulación sanguínea, principio de
vida.
|
- El alma rige las facultades emocionales
que llevan al hombre a experimentar, emociones, deseos, sentimientos.
|
- En el hombre se considera al
corazón como el lugar de las emociones, pasiones, afectos y
sentimientos.
|
- El alma rige todas las facultades
cognoscitivas, como el pensamiento, la inteligencia y la memoria.
|
- El corazón está estrechamente
vinculado con el conocimiento y la inteligencia intuitiva y la memoria.
|
- El alma se asocia tradicionalmente con
el tronco (espíritu, evoca la cabeza y el cuerpo, los miembros).
|
- El corazón se sitúa en la
parte superior del tronco, donde se considera órgano dominante.
|
Por otra parte, el corazón es
también el lugar de las emociones, las pasiones, de los afectos y de los
sentimientos. Así pues, al convertirse en lugar de expresión del
Espíritu Santo, esta dimensión emocional se transfigura
obviamente para volverse principio de ternura y suavidad. Por eso
intercambiaban antaño los enamorados, corazones de cera, dulce, plata,
oro, para expresar el cariño y el afecto que los unía uno al
otro. Un corazón, acompañado a menudo de una palomas decoraba
además los regalos de boda tradicionales de los hogares rurales de toda
Europa: jarras y platos, dobleces de encaje, braseros, salvamanteles, etc.
aún hoy, sigue siendo el símbolo de la relación afectiva
como lo atestiguan numerosas expresiones populares como "regalar el
corazón, llevar a alguien en el corazón, conquistar un
corazón, escuchar su corazón, corazón enamorado,
corazón fiel o corazón cambiante"…
Finalmente, el corazón está
estrechamente relacionado con el conocimiento, la inteligencia intuitiva y la
memoria.
He aquí una tabla que resume esas
correspondencias que acabamos de poner en evidencia entre el Espíritu
Santo y el Corazón:
Cuadro de
correspondencias entre el Espíritu Santo y el corazón
Especificidades del Espíritu Santo
|
Especificidades del corazón
|
- El Espíritu Santo procede del
Padre (principio emisor) y del Hijo (principio receptor).
|
- El corazón es de forma
cónica, figura que resulta de la unión de en círculo
(principio receptor) y de una recta (principio emisor).
|
- El Espíritu Santo "da la
vida", en efecto, sopla la existencia y la vida en cada criatura.
|
- Transfigurado por el amor, el
corazón se convierte en principio de la vida mística. Es el lugar
donde mora la divinidad en el hombre.
|
- El Espíritu Santo encarna de
manera privilegiada la ternura y el afecto expresado entre el Padre y el
Hijo.
|
- Transfigurado por el amor, el
corazón se convierte en el principio de ternura y afecto uniendo dos
seres.
|
- El Espiritu
Santo encarna la
sabiduría. Es el Inspirador, El que ha hablado por
los Profetas.
|
- Trasfigurado por el amor, el
corazón se vuelve principio de sabiduría inspirada y lugar de
la revelación de la voluntad del Padre.
|
Finalmente, como fuerza mediatizadora,
el alma sitúa al hombre, obviamente en relación con los
demás. A ese respecto por los demás, ya San Irineo,
en el siglo segundo, como lo antropólogos mas perspicaces de nuestro
tiempo presenta el cuerpo, el alma y el espíritu como las tres funciones, las tres relaciones
o incluso las tres maneras de ser del
hombre. Por su cuerpo, el hombre está abierto al mundo y a la materia,
por su alma está abierto al otro, a los demás hombres; por su
espíritu, está abierto a Dios. "Si el espíritu está
abierto a Dios y el cuerpo al mundo, luego el alma está abierta al otro.
Así, se vuelve al lugar privilegiado del amor, al confrontar su
analogía con el corazón como órgano del amor por
excelencia.
B. Sistema cardiovascular
1. Posición Central
El corazón se sitúa en el
centro del pecho, su lado derecho bajo el lado derecho del esternón y su
punto bajo la tetilla izquierda. De alguna manera es el punto de encuentro
entre la parte derecha y la izquierda del cuerpo, ahora bien, el lado derecho
encarna, en la simbólica general del cuerpo, la dimensión activa
mientras que el lado izquierdo evoca su aspecto receptivo. Por eso es por lo
que numerosas culturas han asociado el lado derecho al principio masculino y el
izquierdo al femenino. Así, ciertos comentarios de rabinos predican que
el primer hombre (Adán) era no sólo andrógino, sino
también hombre del lado derecho y mujer del izquierdo. Dios lo
partió en dos cuando los creó hombre y mujer. La Edad Media cristiana no
escapó a esta tradición, según la cual el lado izquierdo
sería el lado de la hembra, opuesto al derecho que sería
macho".
A partir de ahí, encontramos el
corazón como lazo de unión entre dos realidades complementarias. Es
por otra parte, desde el punto de vista biológico, el órgano
central por excelencia el estar situado en el punto de equilibrio entre los
polos opuestos de sistema respiratorio y del sistema digestivo.
Su posición central me ha llevado
así mismo a situar este órgano desde una perspectiva más
metafísica, entre la realidad del yo y la del otro. Como músculo
que es, encarna una dinámica de unión participativa entre yo y el
otro, entre yo y el otro del todo. Tenemos por lo demás una
evocación bastante elocuente de ello en un plan puramente
biológico, ya que este órgano rige la circulación de la
sangre entre la célula y el mundo exterior. La célula evoca no
obstante desde antiguo, el yo como estructura portadora de la identidad
genética que caracteriza al individuo. Gracias a la acción
dinámica del corazón, dicha estructura se pondrá en
relación con el otro, o sea con el que se sitúa fuera del
organismo. En efecto, el aire inspirado por los pulmones y las sustancias
nutritivas asimiladas por el sistema digestivo encarnan los recursos del otro
(simbolizados por el oxígeno y los nutrimentos). Dichos recursos
serán pues llevados hasta lo más intimo de la célula (del
yo) que a su vez, repartirá sus propios productos (el dióxido de
carbono, sobretodo) que se darán al otro. Así pues, el
corazón asegura una verdadera dinámica que podemos resumir en el
esquema siguiente:
La posición
del corazón entre yo y el otro
La
célula
|
El
Corazón
|
El
exterior
|
El yo
|
Dinámica
de unión participativa
|
El
otro
|
2. Estructura binaria
Un espeso tabique central divide el
corazón en dos mitades, la derecha y la izquierda. Este
órgano funciona pues como dos válvulas separadas, sirviendo la
derecha de la válvula pulmonar y la izquierda de válvula
sistémica. ¿A qué se refiere esto en el plano
simbólico? Por supuesto, a las dos funciones características del
corazón asociadas al dar y recibir. En efecto, la parte derecha del
corazón se inscribe esencialmente en una dinámica de exteriorización
o donación, mientras que su parte izquierda está asociada a una
dinámica de interiorización o recepción. Veamos esto
más en detalle.
La parte derecha del corazón encarna
esencialmente una dinámica por la cual la sangre que proviene de los
tejidos de la célula (que simboliza el yo) penetra en la aurícula
derecha y se dirige hacia el ventrículo derecho para ser orientada hacia
los pulmones. Ahí es donde libera el dióxido de carbono, producto
de la actividad metabólica. Este proceso evoca lo más natural del
mundo, una dinámica de donación por la cual ofrecemos al otro un
poco de lo que somos. He aquí un esquema de la circulación
sanguínea asociada al lado derecho del corazón:

Figura II. La
circulación sanguínea asociada al lado derecho del
corazón.
En cuanto a las funciones asociadas al lado
izquierdo, éstas se inscriben en una dinámica de recepción
puesto que la sangre cargada de oxígeno (una sustancia llegada del
exterior) penetra en la aurícula izquierda para ser dirigida
posteriormente hacia el ventrículo correspondiente que la orienta hacia
el conjunto de las células del organismo. A partir de ahí, este
proceso encarna una dinámica de recepción del otro y se
interiorización. He aquí un esquema representativo:

Figura III. La
circulación sanguínea asociada al lado izquierdo del corazón.
Estructura binaria
del corazón
Parte derecha del corazón
|
Parte izquierda del corazón
|
Yo me
doy al otro.
|
Recibo
al otro en mí.
|
Tras este análisis, podemos
establecer la síntesis siguiente en cuanto a la problemática
psicológica del corazón:
Las cuatro cavidades
del corazón y sus problemáticas psicológicas
Aurícula derecha
(Aire)
- Salgo de mi aislamiento para dirigirme
hacia el otro (con vistas a revelarle lo que soy).
|
Aurícula izquierda
(Agua)
- Me abro a los recursos que propone el
otro (con vistas a alimentarme y crecer).
|
Ventrículo derecho
(Fuego)
- Irradio plenamente lo que soy frente al
otro, teniendo a este respecto una función de testimonio.
|
Ventrículo izquierdo
(Tierra)
- Utilizo los recursos que el otro me
propone, asegurando así el desarrollo y la apertura de mi ser.
|
También podemos establecer un cuadro
sintetizando los desafíos iniciáticos
del corazón:
Las cuatro cavidades
del corazón y sus desafíos iniciáticos
Aurícula derecha
(Aire)
- Muero en mi
para volverme hacia el otro en una perspectiva de donación.
|
Aurícula izquierda
(Agua)
- Acojo al otro, dejándole ser en
toda autenticidad.
|
Ventrículo derecho
(Fuego)
- Me entrego al otro sin idea de contrapartida,
transcendiendo así todo instinto de supervivencia.
|
Ventrículo izquierdo
(Tierra)
- Concedo al otro un lugar central en
medio de mi existencia, participando así con alegría a su
realidad.
|
3. Carácter involuntario del músculo
cardíaco
Finalmente, el corazón es el
único músculo estriado del organismo cuyo funcionamiento no
está regido por la
voluntad. Esto nos recuerda, como es obvio, el lazo estrecho
que existe entre este órgano y el amor. En efecto, el propósito
último de este órgano es la expresión de la potencia
divina en el seno de lo creado; ahora bien, el amor escapa a toda voluntad
personal como lo evoca el proverbio antes citado: " el corazón
tiene sus razones que la razón desconoce", al no depender de la
criatura sino del creador, el hombre no podrá nunca efectivamente
controlar esta realidad o someterla a su voluntad, como tampoco podrá
apoderare de Dios. Si intenta hacerlo, el amor desaparecerá ya que esta
realidad implica imperativamente la libertad.
He aquí una tabla que resume los
elementos simbólicos asociados a la estructura macroscópica del
corazón y la problemática correspondiente:
Cuadro presentando
los elementos microscópicos del corazón y sus desafíos
Elementos macroscópicos
|
Problemática asociada al
corazón
|
- El corazón se sitúa en el
centro del pecho, en el lado derecho bajo el lado derecho del esternón
y la punta bajo la tetilla izquierda.
|
- Establecer una dinámica
relacional entre dos polos distintos que les permita formar una unidad sin
confusión.
|
- La estructura del corazón es
hueca lo que le permite contener la sangre no en una perspectiva de
estancamiento sino de trasvase.
|
- No conservar la vida que se recibe de
Dios para si mismo, antes al contrario, ponerla al servicio de los
demás.
|
- Un espeso tabique central divide el
interior del corazón en dos mitades, la derecha y la izquierda, con
dos funciones distintas aunque interdependientes.
|
- Desarrollar una aptitud para donar
(asociada al lado derecho) y parra recibir (asociada al lado izquierdo) como
dos dimensiones distintas del intercambio y del amor.
|
- El corazón consta de cuatro
cavidades: dos aurículas y dos ventrículos, asociadas a vasos
sanguíneos bien específicos.
|
- Desarrollar las modalidades
psíquico-espirituales esenciales para establecer una experiencia
relacional justa y auténtica.
|
- El corazón consta de cuatro
válvulas que permiten la circulación de la sangre en una
dirección bien precisa.
|
- Dar firmeza a las propias disposiciones psico-espirituales sin volver atrás en el impulso
de recibir o de donar.
|
- El corazón es el único
músculo estriado del organismo cuyo funcionamiento no está
regido por la voluntad.
|
- La experiencia última del
corazón, el amor, no puede verse sujeta a una tentativa de control:
querer someter al amor la propia voluntad es hacerlo desaparecer.
|
C. Célula Cardiaca
La observación microscópica
del corazón y de sus vasos también es susceptible de hacer
aparecer ciertos elementos simbólicos fundamentales, asociados al arquetipo
de su sistema. Para entenderlo mejor, pondremos en evidencia algunas
particularidades propias de la célula cardiaca y las de la estructura de
los vasos sanguíneos.
Las células o fibras cardíacas
posen, efectivamente, una particularidad en la medida en que están en
anastomosis (en biología, la anastomosis designe la comunicación
entre dos vasos, dos nervios o dos conductos de igual naturaleza) y que se
trata del único ejemplo de fibras musculares anastomosis en todo el
organismo. Lo cual nos permite recorrer una fibra cardiaca sin encontrarle
nunca su término, evocando así de forma admirable ese principio
de unión estrecha entre dos realidades que no forman más que una sola,
aunque cada elemento sea distinto del otro (es la fusión sin
confusión)

Figura IV. Esquema
de una fibra cardiaca
Más aún, las células de
músculo cardíaco están enrolladas en forma de
hélice alrededor del eje del órgano. En un plano
simbólico, esto es obviamente muy interesante ya que la espiral
así formada es una curva articulada alrededor de una recta axial.
Resulta, pues de la asociación de un círculo y de una recta,
puesto que la hélice tiene la propiedad del círculo que el
recorrerla seguirá eternamente alrededor de un punto central. Posee
asimismo, la propiedad de la recta que al recorrerla, uno se aleja siempre de
ese punto.
"Tiene a la vez, pues,
esas dos propiedades principales del círculo y de la recta. En
geometría plana, es el término medio, impolarizado
entre los dos polos círculo y recta."
(Francis Lefébure,
Les Homologies,
Le Courrier du Livre, Paris, 1978)
La forma que adoptan las células
cardíacas es semejante al simbolismo que hemos desarrollado ya que a
propósito del cono (al poder considerar éste como una espiral que
se ha desarrollado en el espacio alrededor de un eje). En esta misma
perspectiva, añade el Dr. Lefébure que:
"La espiral firma la
morfología cardiovascular en el torbellino que describe la sangre dentro
de cada ventrículo: los orificios de entrada de la sangre
(válvulas sigmoides), y al ser el ventrículo de forma
cónica, el movimiento no puede ser más que el de un torbellino,
ahora bien, el remolino es la traducción mecánica de la espiral. La
disposición de los vasos mayores que entran y salen del corazón,
venas pulmonares, cayado de la aorta, es tal que la describe en conjunto de un
círculo, Por otra parte, esto se desprende de su embriología, al
enrollarse el tubo cardiaco primitivo en una especie de nódulo. Además,
los vasos mayores de los miembros se enrollan alrededor de su eje: así
la femoral es anterior a la ingle, mientras que su prolongación (arteria poplítea) es
posterior a nivel de la rodilla; por lo tanto se ha desarrollado en una
hélice espiral".
Como es obvio, todo esto evoca, desde un
punto de vista simbólico, una aptitud a colocarse frente al otro en una
actitud de donación y de recepción, colocando a éste en el
centro de la propia existencia el evolucionar, a partir de ahí,
alrededor de él. He aquí una tabla que resume esos elementos
simbólicos asociados a la estructura microscópica del
corazón y las problemáticas correspondientes:
Tabla que representa
los elementos microscópicos del corazón y de su
problemática
Elementos microscópicos
|
Problemática asociada al
corazón
|
- Las fibras cardíacas están
en anastomosis con lo cual es posible recorrer una fibra cardiaca sin
encontrar nunca el término.
|
- Unir muy estrechamente entre sí
dos realidades sin confundirlas nunca al permanecer cada una de ellas ontológicamente diferente de la otra.
|
- Las células o fibras
cardíacas se enrollan en espiral alrededor del eje del corazón.
|
- Colocarse en una actitud de
recepción o de donación al ponerse al otros en el centro de la
propia existencia evolucionando a partir de ahí alrededor de
él.
|
II. Fisiología
El sistema cardiovascular posee varias
funciones fisiológicas distintas de las que once son principalmente
características. Se trata de la función de mantenimiento de la
circulación venosa sistémica, de la circulación arterial
sistémica, de contracción (función sistólica), de
circulación arterial pulmonar, de circulación coronaria, de
automaticidad, de relajamiento, de circulación a nivel de los apilares,
de funcionamiento valvular y de circulación venosa pulmonar. Veamos es
detalle a lo que corresponde todo esto.
A. Función de mantenimiento y circulación
venosa
1. Pericardio
El corazón así como la
raíz de los vasos mayores están contenidos en una bolsa fibrosa
resistente que se llama pericardio, dicha bolsa membranosa está formada
por el pericardio seroso y por el pericardio fibroso. En efecto, la hoja
externa es rugosa, fibrosa y poco flexible. Está fijado al diafragma y
atado al esternón por lazos fibrosos. En cuanto al pericardio seroso, la
parte interna, fina y lisa, consta de dos capas, la hoja parietal cubre el
interior del pericardio fibroso y la hoja visceral adhiere a la superficie del
corazón. Entre ambas hojas se halla el espacio pericardio que contiene algunas
gotas de líquido pericárdico que lubrifica las superficies y
facilita los movimientos del corazón durante la contracción.
En un plano simbólico, esta
estructura evoca naturalmente una capacidad de recibir y de donar respetando la
relación con el otro, los propios límites existenciales (aquellos
que estructuran su vocación profunda). En efecto, querer dar al otro
algo distinto de lo que uno mismo es, aunque nobles deseos lo muevan a uno,
lleva inevitablemente al fracaso. Del mismo modo, recibir al otro sin
respetarse a sí mismo, no más que conllevar efectos negativos
perjudiciales para la relación establecida.
2. Circulación venosa
A nivel de la circulación mayor, o
circulación sistémica, las venas aseguran la vuelta de la sangre
desde los tejidos del organismo hacia el corazón. Esa sangre va dirigida
primero por las venas pequeñas que se juntan después para formar
las venas que desembocan, finalmente en las dos venas cavas mayores (las venas
mayores del organismo) que llevan la sangre finalmente al aurícula
derecho del corazón.
La vena cava superior en lo alto del
tórax y desemboca en la aurícula derecha. Está formada por
la unión de las venas braquiocefálicas derecha e izquierda, las
cuales están formadas a su vez por la unión de las venas
subclavias (que dirigen la sangre de los miembros superiores), yugulares (que
dirigen la sangre de la cabeza) y varias venas menores. La vena cava superior
recibe también la sangre de las venas ácigos que dirigen la mayor
parte de la sangre del tórax. Recogen pues la sangre de la parte
superior del tronco, de la cabeza, del cuello y de los miembros superiores.
La vena cava inferior nace en la parte
inferior del abdomen para desembocar en el aurícula derecho, está
formada por la unión de las dos venas ilíacas, que reciben la
sangre de las venas de los miembros inferiores y de los órganos
pelvianos. La vena cava inferior recibe también la sangre de las venas
hepáticas y renales que riegan el hígado y los riñones.
Esta función evoca, pues una aptitud
a desprenderse al salir de todo aislamiento en sí mismo (al morir
incluso, finalmente en sí), para abrirse al otro en una perspectiva de
lucimiento o de dar.
B. Función arterial sistémica
A nivel de la circulación mayor, o
sistémica, las arterias cumplen la función de alimentar el
conjunto de las células del organismo.
C. Función de contracción
En el plano simbólico, esta
función que permite al corazón propulsar la sangre hacia los
pulmones y el conjunto del cuerpo, evoca evidentemente una aptitud a recibir
(sístole ventricular izquierdo) y a dar (sístole ventricular
derecho), hacían prueba así de dinamismo, vigor y energía
al luchar contra todas las fuerzas de inercia que intentan encerrar al hombre
en una condición mortífera donde renuncia a cualquier
dinámica de don y de recepción.
D. Función arterial pulmonar, circulación
coronaria y función de automaticidad
1. Función arterial
A nivel de la circulación menor, o
circulación pulmonar, el sistema arterial propulsa la sangre del
ventrículo derecho hacia los pulmones donde ciertos productos derivados
del metabolismo se liberan. En un plano simbólico, esta función
evoca claramente una aptitud a dar, en una efusión dinámica,
realizando esto a través de un lucimiento pleno del propio ser o por una
entrega de sí mismo en la experiencia del amor.
2. Circulación coronaria
Del mismo modo que cualquier otro
órgano, el corazón depende de las arterias para su
alimentación en oxígeno y de las venas para transportar la sangre
cargada con los productos derivados del metabolismo de las células
cardíacas hacia la aurícula derecha. La arteria coronaria derecha
alimenta la aurícula derecha (además del nódulo sinusal y
del nódulo aurícula-ventricular), una parte de la aurícula
izquierda, la mayor parte del ventrículo derecho y la parte inferior del
ventrículo izquierdo. La arteria coronaria izquierda (que
se divide en arteria interventricular anterior y en arteria circunfleja)
alimenta la aurícula izquierda, la mayor parte del ventrículo
izquierdo y la mayor parte del tabique interventricular. Numerosas arterias
colaterales unen las ramas de las arterias coronarias derecha e izquierda. Las
venas coronarias se sitúan superficialmente con respecto a las arterias.
La vena mayor, el seno coronario, se abre en la aurícula derecha. La mayoría
de las venas coronarias desembocaban en el seno coronario, excepto las venas
coronarias anteriores que desembocan en la aurícula derecha.


Figura V. La circulación coronaria
En un plano simbólico, esta
circulación coronaria evoca un principio de lo más único
en la medida en que su función reside en mantener el corazón, o
sea la dinámica de unión participativa como tal. Así pues,
una alteración de esos vasos, como en el caso del infarto de miocardio,
por ejemplo, implicará una voluntad más o menos inconsciente de
poner en entredicho dicha dinámica del corazón, negándose
a mantener una relación de intercambio auténtico con el otro y
más aún, una dinámica de amor que intenta preservar cierto
ostracismo.
3. Función de automaticidad
A nivel del miocardio, algunas
células especializadas permiten la conducción de los impulsos
eléctricos. Dichas células controlan el ritmo y la frecuencia
cardiaca (una propiedad llamada automaticidad). En ciertas circunstancias,
cualquier célula muscular miocárdica puede por otra parte
controlar la frecuencia y el ritmo de las contracciones. Sin embargo,
normalmente el nódulo sino-arterial o sinusal, llamado también
nódulo de Keith y Flack
(situado en la superficie endocardíaca de la
aurícula derecha, junto a la vena cava superior) dicta la frecuencia
cardiaca. En efecto, la puesta en marcha del nódulo sinusal difunde una
impulsión a través de la totalidad de las aurículas
derecha e izquierda provocando así una contracción de
éstas últimas.
El nódulo aurícula-ventricular
o de Aschoff-Tawara
(situado en la parte baja del tabique de la aurícula derecha) se ocupo
después de la conducción del influjo. Normalmente, represente la
única conexión eléctrica entre las aurículas y los
ventrículos. El retiene primero el influjo, retrasando así la
activación ventricular lo que permite a la sangre llenar los
ventrículos a partir de las aurículas. Después, la
conducción se dirige a través del nódulo
aurícula-ventricular y una red de fibras llamada haz
aurícula-ventricular (o haz de His) para
difundir el flujo en el conjunto de los ventrículos, provocando
así su contracción.
Cada latido del corazón se activa
pues por impulsos eléctricos emitidos por el estimulador natural del
corazón, el nódulo sinusal, situado en la parte alta de la
aurícula derecha. Esos impulsos eléctricos se emiten con un ritmo
de cien por minuto y activan las contracciones del corazón. (El pulso
designa la frecuencia de revolución cardiaca por minuto). Se le toma
allí donde las arterias son más superficiales (nunca con el
pulgar). Al nacer, corresponde a ciento treinta y cinco revoluciones por
minuto. En la adolescencia, cae a ochenta revoluciones por minuto, mientras que
se pueden contar aproximadamente setenta y cinco en el adulto. La frecuencia de
las revoluciones cardíacas en el atleta puede incluso bajar hasta
cincuenta y cinco por minuto. En un plano simbólico, todo esto evoca
manifiestamente una aptitud a recibir y a donar sin dejarse desestabilizar por
nada, encontrando siempre en sí mismo fuerzas nuevas para lograrlo. Esta
función encarna pues, una aptitud para renovar constantemente la propia
dinámica de unión participativa para con el otro.
E. Función de relajamiento
Después de la fase de
concentración en que las aurículas se contraen las primeras
(sístole auricular) y expulsan la sangre fuera del corazón por
las arterias; le sigue a ésta una fase de relajamiento o diástole
(cuya duración es más o menos de cuatro décimas de
segundo) que permite al corazón llenarse de sangre (sangre que proviene de las
células que llegan a la mitad derecha del corazón y que proviene
también, de los pulmones en la mitad izquierda. A nivel
simbólico, esta función de relajamiento evoca evidentemente una
aptitud a recibir y a dar sabiendo colocarse en una dinámica de renunciación
y dejándose impregnar por esa irresistible atracción que el otro
ejerce sobre uno mismo (acogiéndolo y entregándose a él en
la mayor entrega).
F. Función de mediación, circulación a
nivel de los capilares
Ya hemos precisado que los capilares relacionan
entre sí las arterias a las venas en la medida en que sus tabiques se
componen de una fina capa de células que dejan pasar el oxígeno y
las sustancias nutritivas (que provienen de las arterias), al propagarse esos
elementos pues por los tejidos de los distintos órganos del cuerpo
mientras que los productos derivados del metabolismo de las células
penetran en los capilares para ser conducidos después a las venas. A
nivel simbólico, esta función de mediación evoca
naturalmente un proceso de intercambio en el que cada uno da al otro lo que
posee (en un plano psicológico) o lo que es (en un plano iniciático).
He aquí una tabla que resume las
principales funciones asociadas al corazón y sus problemáticas
psicológicas.
Tabla que presenta
las principales funciones del sistema cardiovascular y sus problemáticas
psicológicas
Funciones del sistema circulatorio
|
Las problemáticas psicológicas
|
Función de mantenimiento
y circulación venosa sistémica
|
|
- El corazón está contenido
en una bolsa membranosa resistente que se llama pericardio.
|
- Recibir y dar respetando los propios
límites existenciales (aquellos que estructuran la propia
vocación profunda).
|
- A nivel de la circulación mayor,
circulación sistémica, las venas se encargan de la vuelta de la
sangre desde los órganos y los tejidos hacia el corazón.
|
- Entregarse, saliendo de un aislamiento
en si mismo (morirse incluso finalmente en sí), para favorecer una
apertura al otro en una perspectiva de lucimiento o de don.
|
Circulación arterial sistémica
|
|
- A nivel de la circulación mayor,
las arterias cumplen la función de alimentar las células del
organismo en oxígeno y en sustancias nutritivas.
|
- Beneficiarse de los recursos que ofrece
el otro o de su presencia sintiendo la alegría que ello conlleva.
|
Función de contracción
|
|
- El corazón es una válvula
muscular que se contrae rítmicamente a una frecuencia media de ochenta
y cien pulsaciones por minuto, propulsando ahí la sangre hacia los
pulmones y al conjunto del cuerpo.
|
- Recibir y dar sabiendo hacer gala de
dinamismo, de vigor y de energía, luchando así contra todas las
formas de inercia que encierran al hombre en una condición
mortífera en que ha dejado de recibir y de dar.
|
Circulación arterial pulmonar,
circulación coronaria y función de automaticidad
|
|
- A nivel de la circulación menor,
las arterias pulmonares propulsan la sangre del ventrículo derecho
hacia los pulmones donde libera ciertos productos derivados del metabolismo
de las células.
|
- Brindar al otro la potencia vivificadora
propia a través de un resplandor pleno del ser o por un sacrificio de
la vida (entregándose por amor).
|
- El corazón depende de las
arterias para su alimentación en oxígeno y de las venas para
traer la sangre cargada de productos derivados del metabolismo de las
células cardíacas hacia la aurícula derecha.
|
- Mantener con el otro una dinámica
de unión participativa.
|
- Cada latido es activado por impulsos
eléctricos emitidos por el nódulo sinusal situando en la parte
alta de la aurícula derecha.
|
- Recibir y donar sin dejarse
desestabilizar por nada hallando fuerzas, al contrario siempre nuevas para
mantener dicha dinámica.
|
Función de relajamiento
|
|
- Tras la fase de contracción sigue
una fase de relajamiento o diástole en que el corazón se llena
de sangre.
|
- Recibir y dar sabiendo colocarse en una
dinámica de renunciación, dejándose así impregnar
por la irresistible atracción que el otro ejerce sobre uno mismo
(recibiéndole en sí y entregándose a él).
|
Circulación a nivel de los capilares
y funciones valvulares
|
|
- Al relacionar las venas con las
arterias, los capilares aportan el oxígeno y las sustancias nutritivas
a las células recogiendo así los productos derivados de su
metabolismo.
|
- Establecer un proceso de intercambio en
el que cada uno da al otro lo que posee o lo que es.
|
- Las válvulas evitan que la sangre
circule en sentido contrario entre las aurículas y los
ventrículos y entre los ventrículos y la aorta o la arteria
pulmonar.
|
- Recibir y donar colocándose en
una relación de mediación con el otro sin volver atrás.
|
Circulación venosa pulmonar
|
|
- A nivel de la circulación menor,
las venas pulmonares traen la sangre de los pulmones a la aurícula
izquierda del corazón.
|
- Abrirse desarrollando una actitud de
recepción frente al otro (al otro como tal y a los recursos que
propone).
|
III. Cábala
El corazón se dice en hebreo lév [Lamed-Beith] o a veces lévav [Lamed-Beith-Beith]. Ahora bien, esta última palabra pronunciada libév, significa
también "incendiar", "avivar", "encantar",
"fascinar" o "seducir". Las tres letras que forman esta
palabra son también una raíz originaria del verbo nilbav [Noun-Lamed-Beith-Beith] que significa "volverse sensato". Por fin,
hasta la estructura de la palabra es muy elocuente y vamos a examinar eso
atentamente. En efecto, para comprender todavía mejor las situaciones
asociadas al corazón, les propongo hacer el análisis
simbólico de los diferentes vocablos sacados de su nombre hebraico y las
letras que lo componen.
Como ya lo hemos mencionado, la palabra
hebrea lévav
[Lamed-Beith-Beith] que
designa el corazón, significa también "incendiar" o
"avivar" cuando la pronunciamos libév. Ahora bien,
"incendiar" evoca el hecho de encender un fuego cuando
"avivar" se asocia a "vivificar" o "animar".
¿Qué fuego puede ser encendido o vivificado al nivel del
corazón? Al principio, se trata evidentemente del fuego vital asociado a
la actividad metabólica del organismo. En efecto, el metabolismo se
fundamenta en un proceso de óxido-reducción a lo largo del cual
un verdadero fuego, alimentado por el oxígeno, permite la
descomposición de las moléculas alimenticias y la
extracción de una energía importante. Después se trata del
fuego de la emoción y del deseo, asociado a la dimensión afectiva
del ser. Efectivamente, la expresión de los sentimientos siempre fue
asociada de manera íntima a la actividad de un fuego ardiente: es el
fuego de la
pasión. Así, "declarar su
pasión" evoca en el lenguaje popular el hecho de expresar su
pasión amorosa, su deseo amoroso. Por fin, se trata del fuego que abrasa
el
intelecto, el que aclara la conciencia gracias a su luz, liberándola
así de las tinieblas. Este fuego es el mismo símbolo de la
iluminación y del conocimiento. A través de estos tres aspectos
del fuego, encontramos pues las tres modalidades del alma.
También existe un cuarto fuego que el
pretendiente debe también encender en su corazón. Se trata del
fuego del amor que nos presenta la doctrina del Sagrado Corazón. En
efecto, una revelación recibida por Santa Gertrudis en el siglo XV es particularmente interesante respecto a esto. Cuando
preguntaba a San Juan por qué no había escrito nada sobre el
corazón de Cristo, el apóstol contestaba:
"Mi carga era anunciar
a la Iglesia naciente la doctrina del Verbo no creado de Dios Padre. Pero, en
cuanto a este Corazón Sagrado, Dios se encarga de darlo a conocer en los
últimos tiempos, cuando el mundo empiece a caer en la decrepitud a fin
de avivar de nuevo la llama de la caridad que se habrá enfriado."
(Obras
de Santa Gertrudis, citado por H. Montaigu en
su libro, Paray le Monial, Paris,
1979)
Así pues, en el hombre, el
corazón es verdaderamente el sitio donde el amor, nacido de su encuentro
con el otro (y a través de él con el todo otro) puede
incendiarse, abrasando entonces su alma en los tres planos que la constituyen
(plano vital, emocional y mental), llevándola así a
desempeñar las funciones sagradas de Rey, de Sacerdote y de Profeta (si
queremos utilizar las analogías precedentes).
Por otra parte, sabemos que el vocablo
hebreo lévav
[Lamed-Beith-Beith] que
designa el corazón significa también, cuando se pronuncia libév,
"encantar", "fascinar" o "seducir". Ahora bien,
es elocuente constatar que por "encantar" ("someter a una
acción sobrenatural" según le Petit Robert, Diccionario
alfabético y analógico de la lengua francesa, Paris),
"fascinar" ("manifestar una seducción irresistible"
según le Petit Robert) y "seducir" ("cautivar por un encanto poderoso"
según le Petit Robert), hay que ser dotado de gracias (palabra que
viene del latín gratia
que significa "ayuda de Dios" y que designa "una especie de
encanto, atractivo que está en una persona" según le Petit Robert).
Ahora bien, la gracia no depende de la naturaleza humana ya que es una fuerza
de origen sobrenatural cuya alma está revestida cuando ya no es un
simple soplo salido de la unión del espíritu y del cuerpo, sino
un soplo de amor salido de una comunión íntima y plena entre el
hombre y Dios. De modo que, un ser hermoso e inteligente puede quedarse sin
gracia.
Pues encontramos de nuevo la
situación fundamental que hemos asociado al corazón.
Además, añadimos que la gracia, como luz del alma, se
expresará evidentemente al nivel de los tres planos. Así,
habrá gestos llenos de gracia (plano vital), sentimientos impregnados de
gracia (plano emocional) y palabras impregnadas de gracia (plano mental).
Todavía más, no sólo la gracia inicia la unión
entre el hombre y Dios, sino que desempeña también una
atracción sobre el otro. Así una dinámica de
comunión entre dos seres humanos, el que está fascinado se
destina a desposeerse de sí mismo para participar en la realidad del que
le encanta. Así, encontramos de nuevo esta dinámica de
unión entre dos realidades tan estrechamente asociadas al
corazón.
Por otra parte, hemos también
afirmado que el radical [Lamed-Beith-Beith] forma una raíz al origen del verbo nilbav [Noun-Lamed-Beith-Beith] que significa "volverse cuerdo". Ahora
bien, si los verbos "encantar", "fascinar" o
"seducir" evocaban la gracia, el hecho de "volverse cuerdo"
es directamente asociado a la sabiduría que es también un don de
Dios. En efecto, la tradición judeo-cristiana
nos enseña que Dios es el único sabio que pueda comunicar al
hombre una sabiduría auténtica que le haga capaz de conocer Su
realidad y hacerla conocer.
La sabiduría como conocimiento
transformado aparece pues en el que se dedica completamente a Dios,
abriéndose a Su realidad conocible y haciéndose fecundar por
ella. Evidentemente no se trata de la simple razón sino de una
intuición o de una inspiración. Dicho de otro modo, no es un
conocimiento cerebral sino un conocimiento cardiaco. De nuevo, encontramos pues
la imagen del corazón como vector de conocimiento, un concepto que ya
desarrollamos.
IV. Situaciones psicológicas e iniciáticas
A. Situaciones psicológicas
1. Afirmación del yo
El primer desafío psicológico
asociado al sistema cardiovascular estriba, por cierto, en el desarrollo de una
capacidad a afirmar plenamente lo que uno es. Le incitan al candidato a que
exprese con fuerza y sin compromiso cada aspecto de su personalidad y a que lo
haga en una perspectiva de testimonio.
Resulta que para el candidato es importante
que no ahogue en él, la manifestación de quien es. Al contrario,
se dedicará a afirmar lo que lleva en sus adentros. De modo que,
colocando su luz en la lámpara de pie, no sólo radiará su
ser profundo sino que suscitará también en los que lo rodean un deseo igual de expresar su verdadera naturaleza.
Manifestar quien es uno, es efectivamente también incitar a los
demás a que hagan igual por medio de la virtud del ejemplo.
Todavía más, al expresarse uno, desarrollará una capacidad
para asentarse de manera más firme, creando desde entonces una verdadera
confianza en sí, dando por sentado que cuanto más se explota una
capacidad más se desarrolla ésta. En efecto, cuanto más
los valores profundos del yo se expresarán, más se
consolidarán y conferirán confianza al candidato espiritual. A
partir de este momento, él obtendrá un poder extraordinario de
expansión que le permitirá alcanzar cierto nivel de autoridad.
Fiel a sí mismo (a la esencia interior que lo anima) será
también propenso a ser leal y sincero en sus relaciones con los
demás.
El segundo comportamiento es cuando el
individuo se satisface utilizando la fuerza: es el comportamiento agresivo. Le
confiamos de nuevo al Dr. Fanget el resumen:
"Tener un
comportamiento agresivo, es expresar hasta imponer sus necesidades, sus deseos,
sin tomar en cuenta las necesidades y los deseos del otro. Es, por ejemplo,
fumar en una reunión sin preguntar a los demás si les molesta. Es
poner el sonido del equipo estereofónico fortísimo sin
preocuparse de que su marido esté durmiendo. Es aparcarse ante una
salida de garaje, bajo el pretexto que no tomará mucho tiempo. Es llamar
por teléfono a alguien empezando a hablarle de sus problemas ni siquiera
preguntándole si le molesta."
(Frédéric
Fanget, Aimez-vous ! Pour mieux vivre avec
les autres)
He aquí la tabla que sintetiza lo que
nos propone:
Las características de un
comportamiento agresivo
|
1. Ud expresa sus
necesidades y deseos,
2. No respeta al otro,
3. Habla 95 % del tiempo y deja al otro 5 %
del tiempo,
4. Se expresa sin rodeos incluso con
brutalidad,
5. Mira al otro fijamente, su postura
extensa, recta, se aproxima muy cerca del otro para hablarle,
6. Habla fuerte,
7. Es propenso a generalizar,
8. En caso de conflicto, no vacila Ud en contraatacar,
9. Después de comportarse así,
Ud está satisfecho por haber obtenido lo que
quería, pero siente cierta culpabilidad si piensa haber ofendido al
otro.
|
Por fin, vemos el comportamiento asegurado
cuando expresa sus necesidades, sus deseos, simple o directamente, tomando en
cuenta al otro, sus necesidades y sus deseos. Es la regla 50 / 50. Tiene 50 %
de los derechos, pero su interlocutor tiene igualmente 50 % de los derechos. Ud será capaz de decir tranquilamente a la
señora que le adelanta en la cola de un almacén: "la espera
dura mucho en esta caja y entiendo que Ud tiene
prisa, sin embargo me gustaría que se quedara detrás de
mí, por favor". No vacilará en preguntar a su colega de
trabajo que le acompañe el día cuando su coche está en el
mecánico, si tiene tiempo, claro y si esto no perturba sus proyectos. Se
atreve pedir a su cónyuge respetar su gusto por el cine de arte y
pruebas, respetando su inclinación hacia las películas de
acción. "Mira, tenemos un problema: tú quieres ver el
último John Woo y
yo, el Séptimo Sello de Bergman. En este
último caso, te propongo quedar contigo después de la
sesión para ir a cenar juntos". Vosotros os dirigiréis hacia
vuestros vecinos que aparcan su coche delante de vuestra puerta o que tienen un
perro cuyos ladridos os molestan."
Sin embargo, importa no confundir un
comportamiento firme con un comportamiento agresivo aunque la afirmación
de sí mismo, de la manera como se vive a veces (sobre todo de la manera
como se la vivió a lo largo de los últimos decenios para permitir
que las minorías se expresen), a menudo introduce tal confusión.
Para evitar esto, el Dr. Fanget presenta la tabla
siguiente:
Las diferencias
entre el comportamiento agresivo y el firme
Comportamiento agresivo
|
Comportamiento firme
|
- Obtiene imponiéndose,
|
- Obtiene negociando,
|
- Usa la coerción, la amenaza,
|
- Usa el diálogo,
|
- Rebaja al otro,
|
- Respecta al otro,
|
- Desencadena un malestar en el otro,
|
- Desencadena un bienestar en el otro,
|
- Generaliza,
|
- Es preciso,
|
- Emite un juicio sobre el otro, sobre lo
que es.
|
- Sólo juzga los comportamientos de
sus interlocutores, lo que hacen. No juzga a su persona.
|
Por otra parte, una sana afirmación
de sí, permite también, en un segundo tiempo, llevarse mejor con
los otros. En efecto "de un compartimiento demasiado pasivo resulta que
uno tiene cara de primo, a quien utilizan y a quien no respetan, a quien buscan
para tal o cual servicio. [...] Un comportamiento muy agresivo, dará, al
revés la imagen de un jodido, de un insatisfecho eterno que sólo
funciona en el conflicto, lo que puede tener consecuencias en la vida amistosa,
amorosa, pero también en la vida profesional." Ahora bien, "si
nos afirmamos respetando al otro, hay muchas posibilidades para que los otros
se lleven bien con nosotros. Eso nos permitirá ensanchar el
círculo de relaciones y probablemente también, enriquecer
nuestras relaciones humanas. Sin embargo, este segundo punto si queda deseable,
no lo obtenemos siempre porque depende mucho de la buena voluntad del otro. Es
probable que no podamos desarrollar buenas relaciones con todos. En cambio, un
buen nivel de afirmación de sí mismo permitirá resolver
más fácilmente posibles problemas de relaciones."
2. Reconocimiento y acogida al otro
Amar aplicando aquel adagio que St Exupéry escribió
en Cartas a un rehén: "Si eres
diferente de mí, hermano mío, no me perjudicas sino que me
enriqueces con creces."
3. Cambios con el otro (tomar y dar)
La tercera situación
psicológica asociada al sistema cardiovascular es una consecuencia de
las dos primeras ya que implica el desarrollo de una relación de reparto
en la que las riquezas personales de cada uno, completamente afirmadas, se
ponen al servicio del otro quien aprende así a desarrollar cualidades y
nuevas aptitudes. En efecto, ontológicamente
diferente de sí mismo, el otro lleva en sí recursos que se pueden
adquirir y desarrollar en el ambiente de una relación privilegiada y
así permitir a cada uno que llegue hasta cierta expansión de
sí mismo. Por cierto esto se expresa de una manera particularmente
elocuente en la experiencia de atracción que un hombre experimenta hacia
una mujer y viceversa. Efectivamente, el hombre se dirige hacia una mujer para
que despierte en él la dimensión femenina de su ser cuando ésta
se dirige hacia él para que despierte en ella la energía
masculina. Así, cada uno recibe del otro lo que no posee y la
relación vuelve a ser una relación de enriquecimiento mutuo por
el reparto de cualidades complementarias.
B. Situaciones iniciáticas
1. Don de sí mismo
La primera situación,
situación relativa al amor, estriba sobre todo en el desarrollo de una
aptitud para dar y, todavía más precisamente, para darse a
sí mismo. En efecto, si admitimos en general que el don es una dimensión
esencial del amor, olvidamos muy a menudo que no se trata sólo de dar
algo sino que se trata de entregarse. Evidentemente es verdad que el amor es el
don de nuestras riquezas y que no podríamos concebir una relación
amorosa sin ofrecer lo que poseemos (desde el punto material, psicológico
y espiritual). En efecto ¿cómo podríamos considerar una
relación amorosa en la cual cada uno conservaría su cuenta
bancaria y sus propios recursos, pidiendo al otro que contribuya de manera
equitativa en las compras en común? Pero existe un don todavía más
fundamental sin el cual no existe el verdadero amor. Es el don de sí
mismo de la misma manera que los esposos se entregan de manera mutua el uno al
otro hasta ya no pertenecerse, hasta ser desposeídos de sí
mismos.
La primera situación espiritual asociada
al sistema cardiovascular nos incita pues a entregamos sin reserva y nos
enseña que la alegría de entregarse es muchas veces más
grande que la de recibir. En efecto, "el hombre enamorado que busca
realizarse en el don a la que ama, la madre que se da a sus hijos y no vive
más que por ellos, son capaces de comprender estas palabras. Porque el
lazo es tan fuerte como posible con el misterio de Dios, fuente de cualquier
clase de amor." Entonces no sólo se nos incita a dar sin restricción
nuestros propios bienes sino también a entregamos, haciendo de nuestro
ser entero una verdadera ofrenda.
El Padre me enseña a dar en
función de las necesidades del otro y no en función de lo que a
mí me gustaría recibir. Cuantas veces observamos al contrario, un
padre quien quiere dar a su hijo lo mejor de sí mismo imponiendo sus
consejos y sus recursos para que su hijo pueda cumplir lo mejor posible
según lo que imagina el padre, y hacer lo que él mismo no pudo
realizar.
Por cierto, se trata aquí de un noble
deseo, pero el hijo le contestará que no comparte forzosamente los
mismos objetivos y que desea que su vida tome otra
cariz. "Cuantas riñas y rupturas entre padre y adolescentes,
encuentran aquí su raíz profunda. Este padre olvida que no
procreó por sí mismo sino que lo hizo por su hijo. Olvida el
padre que el hijo no pertenece a nadie sino a él y a Dios y que se trata
de "educarlo", es decir "conducir afuera" para que realice
su propio proyecto humano, su aventura nueva e imprevista. De nuevo,
fascinación del mismo rechazo de la diferencia. Yo
quien soy soltero, no tengo derecho de desaprobar a nadie y tal vez hubiera
sido un padre de cuidado. Pero recibí bastantes confidencias de padres
afligidos y de hijos sublevados, para saber que aquí estriba el
riesgo."
Esta necesidad de poner sus riquezas al
servicio de los otros fue prodigiosamente expresada en la tradición
simbólica con la imagen de un pelícano que se sacrifica a sus
pequeños. En efecto, según una leyenda muy lejana ocurría
que, al volver a su nido, el pelícano veía a sus pequeños
inanimados y muertos. Entonces el pájaro gritaba "su dolor a todos
vientos, se reclinaba hacia los cuerpecitos ensangrentados y con su pico
desgarrándose el pecho, los regaba con su sangre. Era ahora cuando bajo
la savia caliente del papá, los pelicanitos muertos, se ponían a
estremecerse, recobraban vida, batían las alas con alegría, se
acurrucaban amorosamente dentro del plumón del padre a quien, dos veces,
le debían la vida." En esta leyenda, el comportamiento del
pájaro que se abre el pecho con objeto de cuidar al otro, evoca
evidentemente el verdadero don de sí mismo en el cual las sustancias
nutritivas que le alimentaban exclusivamente hasta entonces saltan desde ahora
para alimentar al otro (cabe notar que estas sustancias nutritivas que
están en la sangre, son además el resultado de un largo trabajo
de ingestión y digestión, la "quintaesencia" de su
trabajo).
2. Acoger al otro
"Amar, es renunciar a vivir en sus
adentros, para sí mismo y por sí mismo". De modo que la
acogida del otro siempre se iniciará en un movimiento por el cual el
candidato se retirará, por decisión suya, en sí mismo para
generar un espacio vacío que le convida hacerse el centro de su propia
vida.
Cultivando semejante actitud de acogida, de
manera evidente el ser humano dejará de concentrar su conciencia sobre
sí mismo y se liberará desde entonces del círculo cerrado
de su yo personal. Dicho de otro modo, escapará de la influencia de sus
impulsiones egocéntricas e intelectuales las cuales llevándole a
pensar sólo en sí mismo, le impedían hasta ahora todo tipo
de intercambio y verdadera comunión con el otro. Sin embargo, esta
actitud, no habrá de ser experimentada como un fastidio sino que se vivirá
naturalmente y será marcada por un anhelo profundo del corazón.
Entonces esto le llevará al tercer aspecto de la situación
espiritual asociada al sistema cardiovascular.
3. Participar en la realidad del otro
En efecto, la tercera situación del
sistema cardiovascular corresponde a una experiencia de participación en
la esencia del otro. El último deseo de cualquier experiencia amorosa
siendo lo de poder experimentar lo que siente el otro, vivir lo que está
viviendo, y así poder participar entero en su realidad. Quien amó
de veras sabe lo que ello representa, el mayor sufrimiento del amor siendo
precisamente el de quedar ajeno al otro, el no poder compartir su experiencia.
Ahora bien, la acogida según y conforme acabamos de definirla, nos
induce forzosamente a que participemos en la realidad del ser querido puesto
que resulta el centro de nuestra vida. Así que la plenitud del amor nos induce a una
experiencia de trascendencia que permite ir más allá de lo que
somos en una participación sin confusión. En efecto, "el
deseo del amor es llegar a ser el otro, siendo yo siempre el mismo de tal modo
que el otro y yo, no resultemos unidos sino también que realmente seamos
uno. La experiencia humana del amor es alegría y sufrimiento mezclados.
Alegra prodigiosa la de decir a quien amamos, tú y yo, no somos dos sino
uno. Pena es lo de verse obligado a reconocer que al decir esto, decimos, no lo
que es sino lo que uno quema que fuera y que no puede ser."
Claro está que el amor engendra una
comunión profunda que crea una verdadera unidad, pero siempre se trata
de una dinámica entre dos personas que asumen sus diferencias.
4. El corazón receptáculo del amor
Para concluir con esta sección sobre
las situaciones espirituales del sistema cardiovascular conviene precisar que
el corazón de quien se haya puesto en semejante dinámica psico-espiritual, se vuelve precisamente semejante al
misterioso vaso del Graal aquel sagrado
receptáculo que acoge el amor llegando del cielo. En efecto, harta la
estructura del corazón lo lleva a aquella vocación sublime.
Entreteniendo un espíritu de don, de acogida y de participación
en la realidad ajena, el pretendiente hará así de su
corazón una verdadera matriz en la que el amor arraigándose y
desarrollándose, cumplirá así el deseo del poeta:
"Ojala pudiera mi corazón volverse en un nacimiento. De nuevo,
aquí mismo, Dios seria niña." Además, fue en esta
perspectiva que se instituyó el culto del Sagrado Coraza en la
tradición cristiana. Llamado "Casa de Dios" o "Puerta del
Cielo", claro está que existe una admirable evocación de la
llegada de la luz divina hacia el ser humano.
En lo que se refiere a nosotros, vemos desde
luego en esto, el símbolo del amor, la sangre derramada hecha rosa
siendo la evocación mas bella del amor. Sírvase citarles respecto
a ello, este pasaje del libro de Philippe Mailhebiau a propósito de la rosa: "El
óleo esencial de Rosa es una maravilla de la naturaleza, no es
única sin duda alguna, pero es excepcional. El único hecho de
olerla afina nuestra sensibilidad, nos lleva a un mundo desconocido, parece
disolver las tinieblas de nuestras preocupaciones, nuestras angustias y
nuestras penas. Nos hace conocer el amor, no sólo el amor humano que ya
es un regalo, quizá el más hermoso de la existencia, sino también
un amor espiritual, hasta divino dinamos, de no ser tan trillada la palabra. El perfume
auténtico a la Rosa parece venir de otro mundo; cabe decir que una
tradición iniciática enseña que
fue un regalo del planeta Venus."
Cualquiera que sea el crédito que se
da a las leyendas y creencias, la Rosa nos parece ser un tema de meditación, un
objeto de contemplación, un motivo de elevación.
Aquí mismo no se puede menos de
establecer un paralelo entre aquella devoción al Corazón del
Cristo y el camino espiritual oriental del hesicasmo
(hésychasme en francés) con su
práctica de la
"Oración del Corazón". Ésta,
en efecto, aspira a hacer que viva su Maestro en el corazón del fiel, y
hasta a que se identifiquen los dos corazones: el medio empleado, ya lo
sabemos, siendo la advocación repetitiva del nombre de Jesús o de
cualquier otro nombre del Señor (Morya, Bouddha, Rama, Saí Baba, etc...)
V. Arquetipo planetario
Según la tradición del
hermetismo cristiano, el arquetipo planetario unido al sistema cardiovascular
es el Sol. Ahora bien aquel astro ocupaba para los ancianos una posición
central parecida a la que ocupa el corazón al nivel del cuerpo humano.
Así "el Sol, dice Plutarco, con la fuerza de un corazón
esparce y derrama fuera de si el calor y la luz como si fuera la sangre y el
soplo." Del mismo modo, Macrote: "El nombre de Inteligencia del mundo
que se da al sol, corresponde al de Corazón del Cielo ; manantial de la
luz etérea, el sol es, para aquel fluido, lo que es el corazón
para el ser animado. Al-Jili consideraba
también el corazón para las virtudes lo que es el sol para los
planetas: del sol reciben su luz y su impulso [...] Toda esta simbólica
del centro y del sol queda maravillosamente inscrita en el famoso mármol
de la cartuja de Orques (Sarthes)
publicado antiguamente por Louis Charbonneau-Lassay. Es un testigo extraordinario de la profundidad
intelectual en el verdadero sentido de la palabra a la cual habían
llegado los monjes de San Bruno, en la comprensión del misterio del
Corazón. Este mármol representa el Corazón radiante en
medio de dos círculos, concéntricos con relación a
él; el circulo de los planetas, puesto en la parte más interior,
y el circulo del zodiaco puesto al exterior."
Todavía más precisamente, el
Sol encarnaba y sigue encarnando una aptitud para radiar su identidad profunda,
sin consideración alguna para los prejuicios ni para los estereotipos
impuestos por la sociedad (o para las ilusiones inherentes al Ego). Por este
mismo concepto, ocurre que nos dejamos engañar por la
afirmación de si considerándola injustamente como una
expresión de la vanagloria o orgullo. Es
aquí donde estriba el error ya que es precisamente semejante actitud la
que le permite al individuo existir plenamente. Además,
llevándolo a resplandecer con fidelidad los valores de su profunda
esencia, el astro solar favorece el desarrollo de una potencia muy importante
que se expresará muy naturalmente bajo la forma de una autoridad
carismática cuya legitimidad será evidente.
Desde el punto de vista espiritual, el Sol evoca
una capacidad para expresar y resplandecer con entusiasmo el poder del
espíritu. El nombre hebreo que lo designa nos lo indica muy bien ya que
se trata de la palabra shémésh
[Shin-Mem-Shin] que significa "ejercer como un sacerdote".
Cabe notar que el Cristo, quien fue gran cura de las obras del Espíritu,
("Teniendo pues un gran cura soberano quien cruzó los cielos,
Jesús, hijo de Dios, manteamos firme la profesión de fe.",
Hebreos IV, 14) fue asociado desde el tercer siglo al
"Verdadero Sol" (Verus Sol). En el cuarto siglo, el gran poeta
bizantino Romanos le Mélode hasta le hizo
afirmar en el Cántico de la Cortesana:
"Yo, el Sol". Citamos aún Bérulle,
quien habla de "Jesús, aquel Sol saliendo" (Meditaciones sobre Santa Magdalena, XVII° siglo).
He aquí una lista que resume los
elementos simbólicos asociados al Sol y las situaciones encarnadas por
el sistema cardiovascular.
Elementos
simbólicos asociados al Sol. Situaciones asociadas al sistema
cardiovascular.
Elementos simbólicos asociados al Sol
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Situaciones asociadas al sistema
cardiovascular
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- El Sol encarna una aptitud para radiar
su identidad profunda sin consideración alguna para los prejuicios ni para
los estereotipos impuestos por la sociedad (o para las ilusiones inherentes
al Ego).
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- Expresión de si por medio de su
comportamiento, de sus emociones y pensamientos.
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- El Sol encarna una capacidad para
resplandecer con entusiasmo la fuerza del Espíritu, es decir la
potencia del amor.
|
- Expresión del amor por medio de
su comportamiento, de sus emociones y pensamientos.
|
Es como vector de la potencia fecundante y vivificante
que fue considerado como verdadero taumaturgo. Cuando una persona del Rey de
Francia padecía de una enfermedad que no podía curar el
médico, iba a París, se valla de la recomendación de su
médico para ser curado por el soberano. En algunos momentos precisos del
año que correspondían en general a fiestas religiosas, el Rey
recibió efectivamente a los enfermos y procedió a un ritual que
permitía curarlos. A modo de ejemplo: Louis XIV
quien reinó desde 1643 hasta 1715, muchas veces tuvo la ocasión de
desempeñar aquella función y las curaciones siempre eran muy
numerosas. Entre los médicos cuyo trabajo consistía en curar los
tumores linfáticos, cuya curación era prerrogativa real, el
primer cirujano de Mesdames les Dauphines,
Dionis "aconseja a todos los que padecen de esos
males que prueben un medio espiritual tan ameno para curar, antes de entregarse
a los cirujanos que no pueden exentarlos mucho de sus dolores..."
VI. Síntesis
El sistema cardiovascular encarna pues y
fundamentalmente en el hombre una aptitud para acoger y para dar de sí
mismo. Desde el punto de vista psicológico, concierne más
precisamente el desarrollo de una capacidad para asentarse (así funciona
como un testimonio) para abrirse a los recursos que propone el otro
(utilizándolos para asegurar el desarrollo y la plenitud de su ser),
aptitud también para dirigirse hacia el otro con una dinámica de
intercambio y reparto. En cuanto al aspecto espiritual, encama una aptitud para
entregarse al otro, para acogerlo en si enteramente a fin de concederle un
sitio central dentro de su existencia y para que experimente lo que es,
acompañado de un impulso de trascendencia superando cualquier instinto
de supervivencia.
Tabla que presenta
las funciones del sistema cardiovascular y sus situaciones
Las funciones del sistema cardiovascular
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Lo que está en juego
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Función de conservación y
circulación venosa sistémica
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- El corazón está en una
bolsa membranosa que se llama el pericardio.
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- Recibir y dar respetando sus límites
existenciales (las que estructuran su vocación profunda).
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- En cuanto a la gran circulación,
o circulación sistémica, las venas velan por la vuelta de la
sangre desde los órganos y los tejidos hacia el corazón.
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- Soltar prenda, saliendo de un encerramiento
sobre sí mismo para confiarse al otro en una perspectiva de
difusión o de donación.
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Circulación arterial sistémica
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- En cuanto a la gran circulación,
las arterias dan oxígeno y sustancias nutritivas a las células.
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- Gozar de los recursos que el otro ofrece
o de su presencia experimentando la alegría que trae.
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Función de contracción
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- El corazón es una bomba muscular
que se contrae de manera rítmica en una frecuencia media de noventa a cien
pulsaciones por minuto, propulsando la sangre hacia los pulmones y el cuerpo.
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- Recibir y dar manifestando dinamismo,
vigor y energía, luchando así contra todas fuerzas de inercia
encerrando al hombre en una condición mortífera en que ya no
recibe ni da tampoco.
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Circulación arterial pulmonar,
circulación coronaria y función de automaticidad
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- En cuanto a la pequeña
circulación, las arterias pulmonares propulsan la sangre del
ventrículo derecho hacia los pulmones donde libera algunas sustancias
que provienen del metabolismo de las células.
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- Dar al otro su fuerza vivificadora por
una difusión plenaria de su ser o por un sacrificio de su vida
(dándose por amor).
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- El corazón depende de las
arterias para su alimentación y de las venas para traer la sangre con
las sustancias metabólicas de las células cardiacas hacia la
aurícula derecha.
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- Mantener con el otro una dinámica
de unión participante.
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- Cada latido es iniciado por impulsiones
eléctricas emitidas por el nódulo del seno situado en la parte
alta de la aurícula derecha.
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- Recibir y dar sin dejarse desestabilizar
por cualquier cosa, encontrando al contrario fuerzas nuevas para mantener
esta dinámica.
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Función de respiro
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- Después de la fase de
contracción sigue una fase de respiro o diástole durante la que
el corazón se llena de sangre.
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- Recibir y dar sabiendo situarse en una
dinámica de abandono, dejándose así invadir por el
irresistible atractivo que el otro ejerce en sí (recibiéndole
en sí mismo y entregándose a él).
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Circulación a nivel de los capilares
y funciones valvulares
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- Poniendo en comunicación las
arterias con las venas, los capilares dan oxígeno y las sustancias
nutritivas a las células, recogiendo también las sustancias que
provienen de su metabolismo.
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- Establecer un proceso de intercambio en
que cada uno da al otro lo que posee o lo que es.
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- Las válvulas evitan que la sangre
circule en sentido opuesto entre las aurículas y los
ventrículos y entre los ventrículos y la aorta o la arteria
pulmonar.
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- Recibir y dar poniéndose en
relación de mediación con el otro sin retroceder.
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Circulación venosa pulmonar
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- En cuanto a la pequeña
circulación, las venas pulmonares traen la sangre de los pulmones a la
aurícula izquierda del corazón.
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- Abrirse desarrollando una actitud de
recibimiento frente al otro como tal o a los recursos que propone.
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Sección II – Enfermedades – Simbolismo y
terapéutica
Lectura simbólica
Descripción médica
Como todas las otras arterias, las arterias
coronarias pueden ser atacadas por la aterosclerosis. Pues
unas placas de ateroma se desarrollan en la túnica interna de los vasos,
limitando el flujo de sangre y favoreciendo la formación de
coágulos sanguíneos. Esta coagulación provoca por supuesto
una interrupción de la irrigación de la zona del corazón
concernida acarreando la necrosis de una parte del músculo
cardíaco que se manifiesta en su mayoría por un dolor intenso y
persistente llevando por fin al ataque cardíaco.
Interpretación simbólica
Esta patología proviene de un
problema a nivel del cuidado del corazón. Ahora bien esta función
encarna, en el aspecto simbólico, una aptitud para mantener con el otro
una dinámica de unión participante. Pues el infarto del miocardio
será asociado rigurosamente con una problemática de este tipo.
Además, esta enfermedad proviene de una obstrucción a nivel de
las arterias coronarias. Sin embargo, cada fenómeno de
obstrucción está claramente asociado con un proceso de bloqueo
(de rechazo de proseguir o de seguir participando). Esta patología nos
parece entonces como el resultado de un rechazo de mantener con el otro una
dinámica de unión participante.
Pues, ¿por qué este rechazo?
Pueden existir dos causas principales. En efecto, la primera podría
resultar de una tendencia en la que uno ya no quiere recibir nada del otro (ni
sus recursos, ni su persona), así se esforzaría a lo mejor a
emanciparse de una relación demasiado oprimente
(o juzgaría que ya no la merece). La segunda podría resultar del
deseo que uno tiene de ya no dar nada al otro (ni su riqueza, ni su persona),
juzgando que ya no vale la pena o que ya no lo merece.
Así, el infarto del miocardio nos
da a conocer dos tipos de disonancias que podemos resumir de la manera
siguiente: "Ya no quiero recibir nada del otro (ni sus recursos, ni su
persona), esforzándome a emanciparme de una relación demasiado oprimente (o juzgando que ya no la merezco)"; y
"Ya no deseo dar nada al otro (ni mi riqueza, ni mi persona) juzgando
que éste ya no vale la pena o que ya no lo merece."
|
Además, esta patología se
caracteriza por un dolor intenso y persistente a nivel del pecho. El dolor
evoca claramente un estado de ataque agudo. ¿Por qué este ataque?
En ambos casos, al esforzarse por ya no mantener con el otro una
dinámica de intercambio o de participación, el individuo se
encierra de manera peligrosa en una condición mortífera
(cortándose de todos los recursos útiles para su desarrollo y del
amor como experiencia de plenitud).
Así, cada disonancia que asociamos
antes al infarto de miocardio implica una consecuencia que podemos resumir
así: "Intentando ya no entretener con el otro una dinámica
de intercambio o de participación, me encierro peligrosamente en una
condición mortífera separándome de sus recursos o del
amor que podría darme, eso me lleva a la deficiencia y a la vacuidad
interior."
|
Para terminar, el infarto de miocardio ataca
el corazón situado en el centro del pecho. Pues, podemos deducir que las
dos actitudes desvientes que le hemos atribuido podrán ser exaltadas.
Por una dificultad para instaurar en su relación con el otro un medio de
las matices capaz de satisfacer las necesidades de cada uno.
Enfoque terapéutico
Enfoque terapéutico del medio
El infarto de miocardio ataca el
corazón situado en el centro del pecho.
Plancha que
representa las zonas del cuerpo atacadas por el infarto de miocardio
Zona
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Situación psico-espiritual
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Tórax
|
Establecer
en su relación con el otro el ambiente de las matices capaz de
satisfacer las necesidades de cada uno.
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A partir de ahí, el enfermo en busca
de una nueva armonización deberá buscar la armonización en
sí de las situaciones psico-espirituales que
corresponden a la zona principalmente atacada. Así el infarto de
miocardio empeora porque al enfermo le cuesta trabajo construirse un medio de
las matrices que sea adaptado.
Enfoque terapéutico del sistema
Sabemos que el infarto de miocardio ataca el
corazón. Pues el enfermo tendrá que armonizar en sí mismo
la situación psico-espiritual correspondiente.
Plancha que
representa la situación psico-espiritual del
sistema cardiovascular
Sistema
|
Situación psico-espiritual
|
El
corazón
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Acoger al
otro (o los recursos que tiene) y entregarse a él (o brillar en su
presencia).
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Enfoque terapéutico del subsistema
A un nivel más preciso aún, el
infarto de miocardio toca la circulación coronaria.
El enfermo tendrá que desarrollar en
él la situación psico-espiritual que
podríamos resumir así: "centrarme y dar lo que soy
volviéndome así el vector privilegiado de una extraordinaria
fecundidad."
En el caso en que el individuo ya no
quiero recibir nada del otro, podrá utilizar la afirmación
positiva siguiente: "Me centro en mí descubriendo mis necesidades
fundamentales que sólo pueda satisfacer al otro."
|
Por otra parte, si ya no quiere dar al otro,
se podrá formular así la afirmación positiva: "Yo
doy lo que soy volviéndome el vector privilegiado de una
extraordinaria fecundidad capaz de colmar las necesidades del
prójimo."
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Lectura simbólica
Descripción médica
La hipertensión arterial se
manifiesta cuando la presión de la sangre propulsada en los tabiques de
las arterias aumenta. Eso no es necesariamente patológico. En efecto, a
lo largo de una actividad deportiva, el corazón tiene que eyectar
más sangre en el sistema arterial a fin de satisfacer las necesidades
energéticas del organismo. Por eso se contrae con más vigor y por
lo tanto aumenta la presión arterial. El estrés es también
una causa de hipertensión que produce la construcción de los
vasos sanguíneos y por consiguiente el aumento de trabajo del
corazón. Por fin, la vejez es un factor de hipertensión arterial
ya que con la edad las arterias van endureciéndose, aumentando
así las resistencias al flujo de la sangre hacia el organismo. Para
mantener un flujo de sangre suficiente, el corazón tiene que contratarse
con más vigor.
Sin embargo, la hipertensión arterial
se vuelve patológica cuando la presión sanguínea en las
arterias sigue siendo alta en el caso en que la persona esté descansada
y relajada. Muchas veces no provoca ningún síntoma de modo que la
mayoría de las veces la descubrimos con motivo de un reconocimiento de
rutina. Entre las complicaciones de la hipertensión no tratada se
encuentra el accidente cerebro vascular, la insuficiencia cardiaca, unas
lesiones renales y una enfermedad de la retina.
Interpretación simbólica
Esta patología viene de un problema
al nivel del trabajo cardiaco (y más particularmente al nivel de la
función sistólica). Ahora bien éste se vincula en un plan
simbólico, al desarrollo de una capacidad a recibir (circulación
arterial sistémica) sabiendo dar pruebas de dinamismo y energía,
luchando así contra todas las fuerzas de inercia que encierran al
individuo en una condición mortífera en la cual ya no acoge. La
hipertensión arterial estará pues asociada a un
problemática de esta clase. Todavía más, esta enfermedad
resulta de un aumento del trabajo cardiaco. Ahora bien cualquier
fenómeno de aumento está evidentemente asociado a un proceso de
exageración. Por consiguiente esta patología nos aparece como el
resultado de una tendencia a exagerar, el individuo siendo propenso a movilizar
su energía de manera anormal contra las fuerzas de inercia, lo que le
incita a recogerse en sí mismo, rompiendo así toda
dinámica armoniosa de unión participativa con el otro.
¿Por qué esta
exageración? Puede tener dos causas principales. En efecto, la primera
podría provenir en el individuo de un sentimiento de incapacidad a
acoger como conviene los recursos que el otro le ofrece (o darle importancia
dentro de su existencia). Este sentimiento le incitaré entonces a
adoptar, de manera exagerada, una actitud de apertura frente a él por lo
que refiere a la segunda, bien podría resultar de una dependencia
excesiva al otro o a sus recursos, el individuo intentando abrirse a él
de manera exagerada.
Así, la hipertensión
arterial nos revela dos tipos de disonancias que podemos resumir de la manera
siguiente: "Yo no me siento capaz de acoger al otro o a sus recursos de manera
apropiada, cuando adopto una actitud excesiva de apertura hacia
él.", y "Entreteniendo una dependencia excesiva frente al
otro o a sus recursos, buscando abrirme a él de manera exagerada, yo
no desarrollo una justa capacidad en afirmar mi identidad (ésta, por
no haber expresada, se debilita)."
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Esta patología no se acompaña
a menudo de ningún síntoma. No obstante, aumenta el riesgo de
accidente vascular cerebral y de numerosas otras enfermedades. Dicho de otra
forma, desarrolla un terreno hostil a todo desarrollo personal y a toda experiencia
de trascendencia. ¿Por qué tal situación? En la medida en
que el individuo concentra todas sus fuerzas para colocarse de manera excesiva
en una dinámica de apertura ante otro, él abusa de eso y se
expone a distintos desórdenes que implican un debilitamiento de su
organismo. Si mantiene por otra parte una dependencia excesiva frente al otro,
o a sus recursos, abriéndose él de manera exagerada, no
desarrollará una capacidad para afirmar su identidad (ésta, a
falta de ser expresada, va decayendo.
Así, cada disonancia que hemos
asociado anteriormente a la hipertensión arterial, implica una
consecuencia que se resume de la siguiente manera: "Al concentrar todas
mis fuerzas para colocarme en una apertura excesiva ante el otro, genero un
debilitamiento general de mi organismo." ; y "Al mantener una
dependencia excesiva ante el otro o a sus recursos, pretendiendo abrirme
él de manera exagerada, no desarrollo una justa capacidad para afirmar
mi identidad (ésta, a falta de ser expresada, va decayendo)."
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Por fin, la hipertensión arterial
ataca todo el sistema arterial. De modo que no existe ningún terreno
específico favorable a su desarrollo.
Enfoque terapéutico
Enfoque terapéutico del terreno
Acabamos de decir que la hipertensión
arterial ataca el sistema arterial en su conjunto. Pues, no existe aquí
ningún terreno específicamente favorable a su desarrollo.
Enfoque terapéutico del sistema
Sabemos que la hipertensión arterial
ataca el corazón. De modo que el enfermo tendrá que armonizar en
sí la importancia capital psico-espiritual.
Tabla que explicita
la situación asociada al sistema cardiovascular
Sistema
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Situación psico-espiritual
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El
corazón
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Acoger al
otro (o los recursos que lleva con él) y darse a él (o lucir
frente a él).
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Podría utilizar ventajosamente la
afirmación positiva siguiente: "Recibo del otro y le doy (o por lo
menos le expreso) lo que soy".
Enfoque terapéutico del subsistema
A un nivel todavía más
preciso, la hipertensión arterial ataca la función
sistólica del corazón.
Le ruegan al enfermo que desarrolle en
sí el aspecto psico-espiritual que
podría resumirse así: "Ponerme en mis adentros y lucir lo
que soy sabiendo a la vez implicarme con fuerza, liberándome de
cualquiera inercia mortífera."
En el caso en que una persona reúne
todas sus fuerzas para colocarse de una manera excesiva en una actitud de
apertura frente al otro, podía ventajosamente utilizar la
afirmación positiva siguiente: "Yo me centro en lo que soy
sabiendo a la vez implicarme con fuerza, liberándome de cualquiera
inercia mortífera."
Si la persona entretiene una dependencia
excesiva frente al otro o a sus recursos, buscando abrirse a él de manera
exagerada, la afirmación positiva bien podría ser formulada de
la manera siguiente: "yo me centro y brillo con lo que soy sabiendo a la
vez implicarme con fuerza, liberándome de cualquiera inercia
mortífera."
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